Mi hijo no come
1 Diciembre 2021
En consultorio, normalmente llegan mamás que comentan que sus hijos no comen. Al realizar la evaluación nutricional, resulta que los niños están sanos; al indagar sobre lo que comen, muchas veces el problema no está en que “no comen”, si no que no comen lo que la madre quiere o cómo la madre quiere que coman.
La línea de la relación con la comida es muy fina
A veces, sin querer forzamos la situación, creando trastornos en el acto de comer o la relación con los alimentos de nuestros hijos, ya sea evitando la comida o comiendo en exceso, tenemos que aprender a cuidar esa relación con los alimentos, cuidando la selección de los mismos.
Comer es un instinto básico, ningún niño va pasar hambre si hay comida, a menos que esté enfermo, y ahí sí debemos tomar medidas diferentes.
Como dijimos, es fácil encontrar la solución a que el niño no coma la cantidad que esperamos los padres. Es más difícil encontrar una solución a que coma lo que los padres queremos, ya que muchas veces depende de los gustos, la forma de preparación, lo monótona que les puede parecer o la posibilidad de cambiar constantemente por lo que más les agrada.
¿Cuánto tiene que comer mi hijo?
La alimentación es a demanda, siempre que sean alimentos saludables, muchas veces es menor de lo que los padres y las abuelas piensan, por eso exigen que se coma más o sirven porciones mayores a las recomendadas, creando hábitos de exceso en los niños y niñas.
Cada niño es diferente, por lo tanto, tienen necesidades diferentes.
El metabolismo, la velocidad de crecimiento y la capacidad digestivo-metabólica son diferentes en cada niño, esto hace que las necesidades calóricas puedan variar de uno a otro. Las mismas también van cambiando con el tiempo.
Las recomendaciones nutricionales están basadas en estudios grupales de niños, donde se obtienen los promedios, pero no siempre son la regla aplicable a todos, sirven como guía.
Que el niño se desarrolle bien es buen indicador de que consume lo que necesita. Las revisiones con el pediatra o con el nutricionista preparado para asistir a niños, controlando la curva de crecimiento y el consumo de alimentos saludables evitando aquellos procesados en exceso, nos pueden ayudar a estar más tranquilos.
En la etapa preescolar, los niños suelen comer (sin avisar) dulces, golosinas, yogures o jugos en exceso, y al momento de sentarse a la mesa pueden no tener apetito o no desear la comida que tienen en frente, otras veces, porque se les exige que coman alimentos que no les agradan o cantidades mayores, y a esto reaccionan rechazando toda la comida.
Los niños menores, suelen escapar a la sobreprotección materna o de la persona encargada de dar la comida (muchas veces la abuela), con una selectividad de acuerdo a los gustos o buscan llamar la atención con los berrinches a la hora de la comida, lo que altera el momento de comer.
Tener en cuenta la selectividad y los gustos, sin dejarnos llevar por los extremos es muy importante, es constante el tira y el afloje , “un alimento del agrado, por otro que no lo sea, suele dar resultados, acompañado de mucha paciencia y el ejemplo de toda la familia”.
Recordemos que a partir del año, la alimentación de los niños y niñas es la misma que la de la casa, siempre y cuando esta sea saludable. Antes del año, iniciar una alimentación complementaria manteniendo el consumo de frutas y verduras es lo importante, siempre acompañada del pecho materno.
Lic. Rosanna Molas
Nutricionista, Esp. en Alimentación Materno-Infantil
Reg. Prof.: 446