El desbloqueo o reinicio metabólico
1 Enero 2023
¿Qué es el metabolismo?
Es la capacidad del organismo de utilizar las calorías ingresadas al cuerpo, de los alimentos que se consumen; para convertirlas en energía. Este proceso depende de la suficiente disponibilidad de otros componentes, llamados cofactores, como por ejemplo: vitaminas, minerales, enzimas, (transportadores y mensajeros). Constantemente, diferentes partes del cuerpo utilizan la energía para cumplir funciones vitales, desde la fuerza para iniciar las actividades cotidianas; pasando por las funciones neuronales para el proceso de pensar; las que se usan para el desarrollo de los cinco sentidos, y todas las funciones que sirven para estar vivos (respirar, hacer palpitar el corazón, circulamiento de la sangre, digestión, movimientos voluntarios e involuntarios, etc.). Estas actividades consumen energía (calorías), y la cantidad utilizada conforma el metabolismo basal. Cuando una persona no está haciendo nada (sentada, acostada o quieta), el metabolismo se llama en reposo, y varía de una persona a otra según su masa muscular, peso, sexo y edad.
El experimento de Minnesota
En un estudio conocido como "Experimento de inanición de Minnesota", que duró aproximadamente 13 meses; fue publicado en 1950, su objetivo fue demostrar el impacto de la inanición sobre el ayuno en el metabolismo, la salud física y mental de las personas sanas. La intención fue la de paliar los efectos de la hambruna provocada por la II Guerra Mundial y encontrar las claves necesarias para la recuperación más eficaz. Participaron 36 voluntarios escogidos de entre más de 400, hombres blancos de entre 22 y 33 años, con buena salud física y mental. Fueron sometidos a una inanición severa, se los observó y realimentó, bajo estricto control, monitoreados en todas sus constantes. El experimento se dividió en 4 fases:
-Control de 12 semanas: se les realizaban medidas fisiológicas y psicológicas para caracterizar su estado en condiciones normales. La dieta suministrada era de 3.200 kcal/día.
-Fase de restricción severa de 24 semanas: la dieta tenía solo 1.600 kcal/día; con alimentos típicos accesibles en la guerra (como papa, pan, pastas), con muy escasa cantidad de proteína.
-Fase de recuperación restringida de 12 semanas: se los dividió en 4 grupos, a cada grupo se suministró un tipo distinto de dieta de rehabilitación, en base a diferentes tramos de energía calórica, suplementos, etc.
-Fase de rehabilitación sin restricciones de 8 semanas: sin ninguna restricción, aunque se debía registrar todo lo que consumían. El monitoreo era constante y se tuvieron en cuenta las variables físicas y psicológicas.
Los resultados: en la fase de restricción, los voluntarios llegaron a perder el 25% de su peso, sufrieron mareos, pérdida de cabello, disminución de masa muscular, agotamiento, sensibilidad al frío, trastornos gastrointestinales, hormigueo en manos y pies, edema, dolor de cabeza, disminución de la tasa metabólica basal, dificultades de concentración y comprensión, irritabilidad, problemas de sueño, depresión, falta de interés sexual, aislamiento social, descuido de la higiene personal. Demostraron preocupación obsesiva por la comida y cualquier cosa relacionada a la alimentación.
Al avanzar las fases, desarrollaron rituales al alimentarse, aislamiento para comer, reorganizaban los alimentos en el plato, diluían la comida en agua para que aparente mayor cantidad. En la fase de recuperación, pese a que las raciones iban aumentando, el hambre constante no parecía disminuir.
Desde que se les permitió comer normalmente, la mayoría no lograba comer con normalidad, casi todos desarrollaron un hambre extrema, incluso tras meses de terminar el experimento. Algunos llegaban a ingerir más de 8.000 kcal/día. En cuanto a la sintomatología psicológica, en la recuperación, algunos participantes se sintieron más deprimidos y malhumorados que incluso en la fase de restricción. Al año de la finalización del estudio, todos se recuperaron física y psicológicamente.
Según parece, el cuerpo tiene una tendencia natural para revertir los efectos de la inanición. Es la misma situación dada en las dietas hipocalóricas, que puede llegar a explicar el efecto rebote de estas dietas restrictivas. La falta de adherencia, en muchos casos, se debe a la necesidad orgánica de recuperar el déficit y no precisamente a una debilidad de la fuerza de voluntad.
Sobre el metabolismo, lo más importante a tener en cuenta de este experimento, es que la hiperfagia o hambre extremo, aparece y se mantiene mucho tiempo en las personas sometidas a una restricción calórica, y tiene que ver con la recuperación del déficit al que se sometió al organismo. Si la restricción alimentaria produjo estos efectos en esos voluntarios sanos, cuánto más podría afectar a personas con situaciones patológicas como la obesidad y las enfermedades metabólicas. Buscar la ayuda profesional es la recomendación más acertada ante cualquier problema relacionado con la conducta alimentaria. En casos que conllevan riesgos, el profesional sanitario tiene la difícil tarea de transmitir mensajes acertados y no generalizados, con tacto y sutileza para no afectar gravemente la sensibilidad de las personas con mayor probabilidad de sufrir daños tanto física como emocionalmente por las restricciones alimentarias.
Se sabe que el gasto energético aumenta cuando la composición del cuerpo comprende mayor porcentaje de músculo y menor porcentaje de masa grasa. El mayor o menor consumo de energía también tiene relación con el nivel de actividad física y la complejidad de los alimentos ingeridos.
Cómo lograr el desbloqueo y mejorar la función del metabolismo
-Manteniendo una vida activa, evitar estar sentados o quietos por más de 2 horas continuas.
-Fomentar el crecimiento de la masa muscular, trabajando la fuerza de los músculos, alzando más peso o moviendo objetos pesados.
-Consumiendo alimentos ricos en nutrientes esenciales y que signifiquen mayor trabajo digestivo (con proteína, mayor porcentaje de fibra y moderado aporte de grasa).
Dra. Yenny A. Barrios V.
Nutricionista Clínica
Reg. Prof.: 573